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jueves, 5 de junio de 2014

Mi primer Medio IronMan

MI PRIMER MEDIO IRONMAN . 
En el agua vi que había muchísima gente, en concreto debíamos salir 600 triatletas a la misma vez por lo que pensé que merecía la pena perder uno o dos minutos pero salir sin agobio, sabiendo que eran muchas horas de competición y que las sensaciones positivas y el no agobiarse seria clave para mantener mi ritmo en las diferentes modalidades.

Cuando comenzamos con la natación a los 100m ya pude nadar estirando brazos y piernas aunque seguía notando golpes por todos lados, pero eran llevaderos y a los 250m ya se podía nadar perfectamente. Aunque lo que más me llamo la tensión es el saber competir de todos y cada uno de los compañeros, respetando en las curvas de las boyas y dando distancia entre unos y otros a la hora de los tramos largos del recorrido por el Guadalquivir. 
Mis pensamientos eran sentir  lo bien que estaba, disfrutando de donde estaba y que no sabía si esto lo podré volver a  vivir y lo tenía que disfrutar a tope, con este pensamiento y corrigiéndome constantemente la técnica de brazos y piernas para tener mayor deslizamiento en el agua y poder avanzar sin agobio y así llegue al primer 1000 de nado una vez que subí alanzarme de cabeza ya dije, solo queda la mitad vamos e intentaba incrementar el ritmo en cada paso por cada boya hasta que por fin vi el globo y pasillo azul que nos indicaba la salida del agua y nos hacía cambiar el pensamiento y poner la mente en los pedales, transición sin entretenerme pero ajustando todo lo máxima sabiendo que la bici es el tramo que más tiempo nos lleva. 
Una vez arriba en la bici me di cuenta que en el agua había perdido algunos minutos de la marca prevista y que tenía que recortar algún minuto y sobre todo recortar a muchos de los compañeros ya que no salí muy bien posicionado del agua. Con esa mentalidad iba en la bici y a la misma vez sabiendo que quedaban muchos km por delante. Una vez que pasaban los km mejor me encontraba y veía que adelantaba a una cantidad importante de compañeros y eso asía que aún me sintiera más fuerte. Con fuerzas y cabeza fría llegue a la cuesta de Salteras, el tramo más inclinado en el tramo de bici y la verdad llegue arriba bastante entero, pero pensaba en reponer fuerza para no perder energía y que no me entrará ninguna pájara. La carretera de Gerena dirección a Salteras la aproveche para reponer fuerza ya que sabía que desde el cruce de los ladrillos hasta la llegada a Pajanosas la carretera es picadita para arriba y era el tramo más difícil que me quedaba. Pero en esa curva vi un grupo de gente con pelucas, pitos y mucho ambiente que me hizo pensar en lo que me podía encontrar en Guillena y eso me dio un plus que me hizo apretar por las ganas que tenia de llegar a Pajanosas. Una vez que no perdía ritmo vi en la subida de Hato Verde a los componentes de BTT Pajanosas con algún compañero de los Hijos del viento en el punto de avituallamiento y  a pedir refrigerios y plátanos para reponer, a la misma vez subía para Pajanosas escuchando a muchas de mis alumnas de Pajanosas animándome y me hizo incrementar algo más el ritmo, el paso por esta población me hizo saber que estaba a 5minutos de llegar a Guillena y ver a mi gente que  me llenaba de alegría. Una vez que encarrile la bajada de Guillena fue increíble, mis compañeros colaborando y familiares, vecinos, y amigos volcados y animando sin parar y para colmo veo a mis alumnas del gim con pompones dando un colorido muy bonito al recorrido, esto me hizo volar, llevaba grabada la imagen de todos los míos y esto me hacía coger cada vez más ritmo en la bici. Así seguía llegando a Torre de la Reina donde mi compi Jose Mari me esperaba con un muy buen ambiente en su avituallamiento y sabiendo que era el último antes de llegar a Sevilla, por lo que pase pensando en que solo faltaba el último empujón para llegar a CEAR. En pocos minutos estaba soltando la bici y encarrilando el tercer tramo de la prueba y supuestamente el tramo que mejor se me da.  

Cuando me puse a correr me di cuenta que las piernas iban muy bien de fuerza y que también me permitía disfrutar de este tramo, ya que el recorrido a pie fue una gozada con vistas impresionantes. Después de los 10 primeros km, llegaba de nuevo al CEAR y para mi sorpresa me encontré con mis padres, mi mujer y mi peque que me animaron y me dijeron que me esperaban en meta, y esa fue mi imagen en la última vuelta, pero al ritmo que iba veía como muchos de mis compañeros tenían lesiones y se quedaban en el camino esto me hizo tomar más en serio cada punto de avituallamiento y exprimir cada alimento para que los músculos respondieran y no tener ningún contratiempo hasta la llegada a meta. Desde todo el recorrido escuchaba la fiesta que estaba montada en meta y eso me hacía sentirme cada vez más cerca. Una vez que cogí la curva en dirección a meta vi desde muchos metros antes a mi hijo que venía  corriendo hacia mí para poder entrar los dos en meta, lo cogí y apretamos los últimos  50 metros para entrar en meta con bastante energía. Una vez que estaba en meta con la medalla y el peque conmigo pensé que todo estaba conseguido, RETO SUPERADOOOOO…..

Los días previos: yo creo que esto es lo peor, porque es una mezcla de ansiedad, respeto e ilusión que te hace estar distinto. Ya sabemos que estos días antes son los momentos en los que más piensas en ello y sin poder entrenar mucho más para ir regulando las cargas y llegar en el mejor estado. Estaba deseando que llegara la hora de tirarme al agua.
Los días posteriores: cuando verdaderamente lo disfrutas, compartiendo cada momento con los tuyos y sin parar de dar las gracias a todos aquellos que te han apoyado para conseguir tu reto. 
Me siento un afortunado por tener compañeros de club como los que tengo, por ver como mi pueblo  supo valorar el evento y dar colorido a sus calles y por tener el apoyo necesario dentro de casa, por todo ello gracias gracias y gracias a todos.
Como entrenador también saco mi parte positiva ya que tanto entrenamientos como alimentación  fueron de maravilla y las sensaciones fueron magnificas para poder repetir. 


                                                                                      Por: Carlos Juan Morán

 

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